China

 




La China se va para el centro. Todos se están yendo. Ella vuelve. Ella se va.

Ella se queda.

Va pisando con suavidad, se va lejos. Va pisando con fuerza. Anda cerca.

Gente que se va. Gente que viene.

La China los ve llegar. Los ve irse. Van apurando el paso. Pasan mirando el suelo. Pasan de la mano. Algunos la miran, pero la China sigue su camino. A donde sea que vaya. Si es que va a algún lado. Tal vez está llegando a tiempo, o tal vez llega tarde. Nadie se lo va a reprochar. Nadie le va a preguntar a dónde va, ni de dónde viene.

La China se va. Se va sin prisa. No le teme a ir lento, solo a detenerse.

La China sigue. Para ella, están llegando. Para ella, se están yendo.

Motos. Colectivos. Taxis compartidos. Taxis amarillos. Remises. Todos esos vehículos ruidosos que hay en cualquier ciudad. Que llevan y traen a la gente.

Pero La China nunca los usaría. A ella le alcanzan sus patas para ir y venir.

Ahora espera, paciente, a que el semáforo se ponga en rojo. Mira de reojo hacia un costado y cruza la calle. Si empieza a llover, se refugia en algún negocio. 

Chicos que salen de la escuela la saludan. También lo hacen los que salen del trabajo. Suena alguna radio de fondo, de esas que pasan música de los ochenta. Pasajeros la miran con curiosidad. Atraviesa el puente a paso lento.

Abajo está el río Xibi-Xibi. Arriba el cielo a punto de llover.

La China hace una pausa. Se tira de espaldas en el piso y da vueltas. Juguetea en las calles mientras la gente pasa, absorta en la pantalla de su celular. Ella, en cambio, se detiene a disfrutar de esos pequeños momentos, lejos de la vida virtual.

A lo lejos, algunas personas la reconocen.

La China, paseando. Panzona y coqueta. Pensante y lenta. Mueve la cola cuando se acercan a saludarla. Ajena a su propia fama. La China es esa influencer sin celular ni redes sociales.

Camina sin prisa. No va a ningún lugar. Disfruta del paisaje en tiempo real. Del aire puro que baja de los cerros. Del sonido del río que alimenta el tiempo. Carga con el sol sobre el lomo. La luna la sigue a donde sea que vaya. Nadie sabe.

Nadie le pregunta.

La China anda sin barbijo. Sin permiso de circulación. Pero es esencial para esta pequeña ciudad que le sonríe cada vez que la ve pasar.


 

 

 

 

 

 

5 comentarios:

  1. ¡Qué bonito texto! Un homenaje precioso, me ha encantado saber que es real 🥰

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    1. Es la diva de jujuy está perrucha. Quería escribirle algo, ja. Gracias por tu palabras!🙏🏼

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  2. ¡Hola, Fernando Dario!:
    Qué homenaje tan bonito :)
    Me encantó conocer la historia de esta perrucha.
    Un besito de tinta y hasta pronto :D

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  3. ¡Hola! Me ha gustado mucho tu texto y conocer sobre esta perrita que, sin saberlo, ya ha llegado al mundo virtual y ahora la conocemos desde muchos más lugares.
    Un saludo!

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